Aceptar, fluir y así vivir
Fluir: “que puede deslizarse, manar".
Fluir.
Dejarse llevar.
Ya no se trata de ir.
Reconoces que ya estas. Que ya es.
Así como cuando el agua hace que flotes…
Y dejas de nadar a contracorriente.
Y te quedas ahí, confiando, siendo sostenida, sin ser forzada, sin forzar.
Simplemente dejas que todo sea.
Aceptas.
Confias.
Soltas el control y el agua te mece.
“La vida es un equilibrio entre sostener y dejar ir” decía Rumi.
¿Sigo aferrando?
¿Sigo sosteniendo desde la energía de mis órganos? ¿o del entorno?
¿Sigo reteniendo pasado y controlando futuro?
¿Sigo queriendo ganar la lucha, tener razón?
¿O me permito soltar lo que ata
y así des-hacer, desanudar ese lazo
y liberarme de la tensión que amarra y ri-gi-di-za?
Fluyendo permitimos que la luz habite nuestras vidas.
No encuentra resistencia. Simplemente es. Emerge.
Mana de una vertiente. Pasa y desciende.
Y cuando se desliza, se materializa.
¿Qué decido sostener y qué decido dejar ir?
Aceptar es fluir y fluyendo vivimos más livianas.