El nacimiento de amalua
Es 4 de Agosto de 2022 y está aconteciendo la semana mundial de la lactancia materna.
En estos años de estar lejos de casa, me he encontrado con mujeres del ámbito de la maternidad que me han preguntado que cómo voy a ser doula si no soy madre o que cómo voy a acompañar una lactancia si mis tetas nunca alimentaron a un ser recién nacidx.
Agradezco sus preguntas porque me sirvieron para ir más profundo, hacerme más preguntas, seguir ahondando en mi caminar y en mi propósito.
En este camino me encontré con un sentir amoroso de que no siento que me haga falta tener hijxs físicos para empatizar, estar, acompañar y SER. Las mujeres gestamos, parimos, alimentamos, criamos y cuidamos de muchas maneras y a niveles simbólicos aún más.
A veces me vi maternando una situación más de la cuenta, aún a costa de lo que mi cuerpo me hablaba.
A veces detecto patrones aprendidos de obrar por la otra persona para aminorar su sufrimiento, como hicieron muchas mujeres de mi árbol.
A veces me veo teniendo más paciencia de la cuenta en situaciones donde hace falta poner el límite para transmutar, un aspecto femenino tan amoroso como la conservación de la vida.
Todas tenemos esas torres, estructuras y sistemas metidos en fibra.
No se trata de no tenerlos, sino de que una vez reconocidos, elijamos poner en la balanza aquellos que seguimos eligiendo de aquellos que ya no nos sirven y decidamos qué hacer con unos y con otros. Y si detectamos que algunos ya no nos brindan verdad, firmeza o nutrición, podamos elegir vernos en una fase de restauración-reparación: aprendizaje constante y vital, por momentos difícil pero siempre liberador.
Para sanar se necesita una vida. O muchas…
Comencé a acompañar distintas fases de la maternidad y ahí me encontré con mis heridas, con algunos patrones y tendencias, con mi historia y la de múltiples familias. Me encontré con fortalezas y debilidades y decidí mirármelas un poquito más profundo. Y en este proceso, sobre todo me encontré con mis no-verdades.
También me encontré con mujeres eligiendo parir en casa, eligiendo confiar en su sabiduría organísmica aunque el sistema, la familia y hasta su propio compañero le dijeran lo contrario. Y también me encontré con sentidos más inmensos y reveladores: como que somos criaturas sexuales en todas las dimensiones de nuestro Ser.
Y acá se amplió mucho más el sendero, acompañando procesos vitales de personas que se animan a creer que existen otras maneras de vivir sus vidas, otras maneras de gestionar su salud, otras maneras de ser. Quizás llegan por un síntoma pero luego se atreven a mirar la inmensidad que les habita interna y sabiamente, en cada una de sus células.
Y reforcé la decisión que tomé hace unos años, la de crear mi realidad a cada paso: elegir cómo quiero vivir cada día y que cuando no me salga tan “fácil” o tan “cómodo”, pueda animarme a dar el salto y surfear a ver qué me está contando eso que percibo, eso que siento, eso que vibro. Eso que no se ve pero está. Está y Es. Eso que cuando nos atrevemos a mirar, habitar y transitar nos revela una luz que se mantenía oculta, prisionera, comprimida. Todo se vuelve un poquito más liviano, más vital, más auténtico. Más sencillo.
Esto que cuento son solamente pinceladas de un pequeño camino recorrido. Ha sido y estado en presencia y acompañamiento de muchas Seres y Sistemas en estos 4-5 años: en Argentina, en Andalucía, en Uruguay, en Bilbao.
Ahora quiero compartirles que acabo de parir amalua, este proyecto que probablemente venga concibiéndose de vidas pasadas. He aquí sus primeros momentos de vida virtual. Seguiré en la humilde y poderosa búsqueda de seguir alimentando y nutriendo este espacio y tiempo que une, enlaza, transforma y sana.
Deseo que con Amor, Cuidados y Verdad, sigamos nutriendo, desarrollándonos, creciendo y aprendiendo en este camino de la vida. Así como lxs niñxs que fuimos hace tiempo y que todavía siguen dentro, ávidxs de lactancias, cuidados y retornos amorosos.
¡Gracias por estar ahí!
¿Nos acompañamos en este viaje?